¿Por qué es importante el aprendizaje-servicio en los estudiantes de ciencias de la salud?
Autora: Eva Maria Romero Japay
Los estudiantes de ciencias de la salud deben acumular numerosos conocimientos a lo largo de su estancia en la universidad. Estos le sirven para diagnosticar, recetar, brindar tratamientos y dar seguimiento a diferentes patologías que presenten sus pacientes, posteriormente al concluir sus estudios, pero adicionalmente ellos deben cumplir con un requerimiento especial, uno que, si bien no contribuye esencialmente a la mejora de la enfermedad, lo hace en la sensación de bienestar que produce en los pacientes, y esta es la vocación de servicio. La vocación de servicio desemboca en la empatía que da lugar al buen trato, y por consiguiente una comunicación eficaz, asertiva, que construye la confianza profesional de la salud – paciente.
En este marco surge la intriga por conocer si los profesionales de la salud están brindando servicios, como bien dice su nombre, y no meros cumplimientos laborales. Es lamentable toparse con que sí existen experiencias reales narradas, contadas en donde un paciente ha recibido indiferencia por parte del que le atiende o incluso peor, violencia. Nunca falta escuchar el caso de un paciente que tiene miedo de un médico, pero sin embargo sigue acudiendo a tenderse con este, porque este médico “hace bien su trabajo”. Parece ser que lo único importante es poseer los suficientes conocimientos para curar una enfermedad, que brindar una atención en donde el paciente se sienta cómodo, escuchado y valioso como ser humano que es. Ambas deben ir de la mano, trabajan juntas y se deberían unir de tal manera que la ganancia de una conduzca necesariamente a la otra.
De esta preocupación aparecen interrogantes en los docentes y encargados de la educación de pregrado, que sugieren la implementación de cursos que conlleven metodologías que fomenten el desarrollo humanístico de los estudiantes, futuros profesionales de la salud, desde los inicios de su formación, para que se vaya ejercitando y fortaleciendo a través del tiempo.
Hemos visto que la transmisión del aprendizaje siempre se había dado de manera vertical, en la que los estudiantes recibían toda la información por parte de sus docentes, y su función se resumía en escuchar atentamente y realizar tareas específicas encomendadas. Si bien esta forma de aprendizaje produce resultados, estos son mínimos comparados con los que se obtienen al realizar lo que se ubica según la pirámide del aprendizaje, de Cody Blair, en la base de esta, la cual es, enseñar a otros, obteniendo un porcentaje arrasador de 90% de eficacia (1).
El hecho de pensar que, los estudiantes pueden realizar la labor de enseñar desde sus inicios de formación, ha generado duda, ya que se supone que estos están aprendiendo, están en el proceso, y se supone no están aptos para realizar dicha función, debido a que carecen de las competencias y conocimientos necesarios para llevarla a cabo.
Esta perspectiva ha ido cambiando. Cada vez es más la confianza que tienen los docentes en los alumnos, en cuanto a, atribuirles la capacidad de poder lograr un cambio en la sociedad, para su mejora, desde su posición de aprendices, y es que propuestas como, el aprendizaje-servicio, ponen en evidencia en base a resultados que, mediante proyectos sociales dirigidos por ellos, se puede obtener un impacto positivo, tanto a quienes lo reciben como a quienes lo ofrecen (2) (3).
En este sentido correspondería mencionar ¿qué es el aprendizaje-servicio?, pues esta es una metodología de aprendizaje que, tiene cierta particularidad ya que, al llevarla cabo, se estaría creando un doble beneficio, un ciclo virtuoso, en el que no solo se aprende sino se brinda un servicio, una ayuda a quien o quienes lo necesitan.
¿Los estudiantes podemos aportar a la sociedad?, la respuesta es un rotundo sí. Es verdad que, si bien no vamos a realizar prácticas propias de un profesional de la salud graduado, pero podemos enseñar prácticas que conocemos, y nos falta reforzar. Estas son las denominadas prácticas claves saludables. Dichas prácticas generan hábitos saludables en la población que desembocan en prevención de enfermedades y/o complicación de estas. Son practicas simples, pero muy importantes. Por ejemplo, enseñar sobre el correcto lavado de manos, la alimentación balanceada, los peligros del tabaco y drogas, la práctica constante de actividad física, entre otras (4).
Pongo de ejemplo lo que vengo realizando como estudiante universitaria de primer año de ciencias de la salud. Esta semana llevé a cabo junto con mi grupo, mi primera sesión de aprendizaje-servicio. La cual se trata sobre la alimentación saludable. Estamos trabajando con niños de primaria, y si bien es nuestra primera sesión, ya sentimos que hemos logrado lo que buscamos como objetivo principal, que aprendan verdaderamente. Durante esta intervención los niños se mostraron entusiastas por querer aprender y participar activamente. De esto se trata, que quienes vayan a recibir estas sesiones, no se aburran, recargándose de información que fácilmente olvidarán, sino que, con poca información, se dé paso a el pensamiento crítico y a la toma de conciencia. Terminando esta intervención educativa no solo aprendieron ellos, sino también nosotros. En mi caso aumenté mi ración de ensalada, pasando a ser esta la mitad de mi plato, lo recomendado. Me sentí muy bien al hacerlo, y la verdad es que no fue nada desagradable.
El aprendizaje-servicio, es entonces una buena alternativa si lo que se busca es aprender verdaderamente y en una flecha de doble sentido, en donde dadores y receptores aprenden. Cabe destacar que no solo se aprende la práctica saludable que se enseña, sino también se adquieren habilidades necesarias para la comunicación efectiva. Se genera una mirada humana a la sociedad, ya que se parte de buscar una necesidad en esta para menguarla. La vocación de servicio se hace predominante en este tipo de prácticas. Justamente es aquello que se busca en la realización de estas, en especial en los estudiantes de ciencias de la salud. Se busca que, desde sus inicios de formación universitaria, se vele por el bienestar de la sociedad, se vea sus necesidades con empatía, y el trato sea más humano.
Referencias bibliográficas:
- Gil ÁP. LA PIRÁMIDE DEL APRENDIZAJE [Internet]. Ucm.es. [citado el 29 de julio de 2022]. Disponible en: https://webs.ucm.es/BUCM/revcul/e-learninginnova/27/art1263.pdf
- Rodríguez Gallego, M.R. (2014). El Aprendizaje-Servicio como estrategia metodológica en la Universidad. Revista Complutense de Educación, 25 (1), 95-113.
- Martínez M, Digitalia, Inc. Aprendizaje servicio y responsabilidad social de las universidades. Barcelona ; S.l.: Editorial Octaedro; 2010
- OCDE, OIE-UNESO, UNICEF. La naturaleza del aprendizaje: Usando la investigación para inspirar la práctica, Hanna Dumont DIyFB, editor.: Tinto Estudio, S.A.; 2006
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